Pasábamos las tardes tirados en el césped de aquel lugar, donde solía llevarme para un par de caricias y algunos que otros te quiero que se le escapaban. Le gustaban las estrellas, aunque siempre dijo que yo era la suya. Me gustaba ese sitio, hacía juego con sus ojos, de los que me enamoré poco después de enamorarme de él. Le susurré que era lo que siempre había buscado. Que no quería más opciones, solo a él. No respondió, pero sonreía mirando al cielo. Si pensais que lo perfecto no existe, él lo era. Probablemente lo que más me enloquecía era verle mirarme desde lo lejos mientras sonreia. Era tan perfecto que aún despeinado estaba precioso. Todo lo que imaginé que me pasaría con personas diferentes, me pasó con él en un tiempo que se me hizo demasiado corto. Por que por desgracia se fue. Y yo, bueno... mi vida se fue con él.
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