Empiezas con alguien, alguien con el que quieres estar siempre, a pesar de que te digan que "todo lo que tiene un principio, tiene su fin". Todo es ilusión. Ilusión, amor, complicidad, cariño, afecto... todo perfecto. Pasan los días y lo que sientes se va haciendo más y más fuerte. Un mes, todo genial. Alguna que otra pequeña discusión, pero nada importante. Dos meses, igual. Y lo quieres todavía más. Y parece que él a ti también. Y siguen pasando los meses, y tú sigues igual de ilusionada como el primer día. Él te lo promete todo, te lo da todo. Pero entonces, cuando menos te lo esperas... es cuando llegan las dudas, por tu parte. Dudas sobre ti, dudas sobre tus sentimientos hacia él, dudas incluso sobre él, dudas sobre todo. No quieres que vuestra relación acabe mal, sientes que lo quieres, pero que ya no tanto como antes. Te das cuenta de que esa sonrisa especial, esa sonrisa especial a la que todo el mundo quiere que le saquen, te la saca otra persona... otra persona que no es él. No quieres hacerle daño, pero te das cuenta de que se lo harás de una u otra forma. No sabes si deberías acabar con todo de una vez, o deberías de esperar un tiempo ya que no sabes muy bien lo que te dice tu corazón. Esperas un tiempo, puede que un mes más, y te das cuenta de que no... de que lo tuyo con él se había acabado, de que ya no sientes esas mariposillas en el estómago cada vez que le ves, de que ya no tiemblas cuando te susurra que te quiere al oído, que te da igual verle dos veces por semana, que verle dos veces por mes... Y fue entonces, cuando te diste cuenta, de que todo lo que tiene un principio, tiene su fin.
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