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viernes, 6 de mayo de 2011

dreamms .

Esta vez tenía que salir perfecto. La chica llevaba esperando mucho tiempo, demasiado. Año tras año. Había llorado debajo de sus sábanas millones de veces, tenía su nombre tatuado a fuego en el corazón, su piel contenía el aliento de cada vez que él había respirado, la sonrisa de aquel chico era el espejo de su alma, y se conocía su mirada como la palma de su mano. Ella sabía que él era perfecto, tenía complejo cuando estaba a su lado. Capaz de parar un tren por sentir su voz murmurar a su lado, por ver la risa azul más sincera del mundo. La que más le llenaba. Pensaba que esta vez sí. Tenía un cuaderno lleno con sus pensamientos, hojas que pasaron de estar en blanco a contener todos sus sentimientos, letras borrosas a causa de todas las veces que lloró escribiendo, fotos rota en mil pedazos, arrugadas por la impotencia de ver como todas lo conseguían. Ella todavía no. La respuesta de aquella carta llena de tanto cariño y apoyo nunca encontró el camino a sus manos, sus ojos nunca leyeron una palabra de él, sus oídos nunca supieron lo que es escuchar una palabra que nace de entre sus labios. No se rendía. Pero tenía la sensación de que ese sería su día. Con los auriculares puesto todas las tardes salía a correr, no le importaba que la lluvia le mojara la cara ni que el aire le enredara el pelo, ella corría para desfogarse, para liberar todo lo que tenía dentro. Impotencia, rabia, le daban ganas correr y dejar atrás todas aquellas noches echándolo de menos, viendo como estaba tan lejos... pero cuando en su ipod aparecía esa canción que tanto le recordaba a él, sonreía, o esa otra que ella sabía que él siempre llevaba en el coche, no podía, era superior a ella, la ilusión se le veía cuando sus ojos brillaban. Todas las mañanas, justo después de levantarse se quedaba unos minutos sentada en el borde de la cama, con su camiseta en las manos. Quería comprobar que las cosas buenas vividas 'a su lado' ganaban el pulso a las malas, que todas y cada unas de sus sonrisas podían con los llantos derrochados a cada momento. No siempre le salía bien las cuentas. Pero ella seguía pensando que ese momento llegaría. Y que aparte de llegar, iba a ser especial. Como el que espera ansioso por que llegue el verano para bañarse en la playa, esa chica esperaba impaciente el momento de decirle que era el más grande a la cara. No dudaba ya de ninguna cosa. Era él o nada. Y los días fueron pasando, el tiempo cambió alguna cosa, pero no la fuerza de esa chica. Seguía como el primer día. Lo admiraba incluso más. Lo quería como nunca. Todavía no había acabado ese sueño, aunque no lo había conseguido aún, seguiría escribiendo, seguiría haciendo balances de las sonrisas y las lagrimas, seguiría corriendo por las tardes, seguiría escuchando esa música que tantos recuerdos le trae, que le hace volar hasta su sonrisa y convertirla en el aire que entra por la boca de él. Ella seguía confiando en que el día llegaría y que sería el mejor de su vida. No lo defraudaría, porque este sueño era parte de su vida, porque este sueño era su vida.





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