El frío se iba a despidiendo de la ciudad. Aquel marzo llegaba a su fin. Aunque sus errores solo estaban empezando. Ella sabía que aquello era de todo menos sano. Que no iba a acabar bien. Se estaba dando cuenta de que era un error. Decidió parar aquello que le estaba ocurriendo. Y no le volvería a mirar, ni a hablar, ni si quiera volvería a pensar en él. Aunque cada vez que le veía volvía a caer en su trampa. Volvía a hablarle, y a reírse con él, y a mirarle a los ojos, y a no sentirse incómoda en los silencios. Dándose cuenta de lo mal que terminaría aquello, de lo destrozada que acabaría ella, de que tal vez no volviera a mirarle a la cara.
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