No tengo ni idea, supongo que será cosa de estas fechas, pero le echo de menos. Siento que ahora me falta más que nunca, me autoconvencí de que no le necesitaba, pero en Navidad cuenta la leyenda que siempre vuelven los fantasmas del pasado. Y su fantasma parece ser que ha decidido alquilarse un apartamento en mis pensamientos. Quiero que vuelva. Que vuelva a abrazarme por detrás mientras me da un beso en el cuello y me susurre eso de ‘qué bien te huele el pelo’, que vuelva a enseñarme a jugar al póker y le vuelva a ganar siempre, que vuelva a desesperarse cuando le cuente algo mientras me da un ataque de risa, que vuelva a mirarme de reojo cuando ve que estoy hablando con otro chico, me pregunte quién es, le diga que está celoso y lo niegue en activa y en pasiva, que vuelva a quedarse mirándome mientras leo la carta de ese bar en el que siempre cenábamos, le diga que qué hace y me responda que estoy preciosa, que vuelva a decirme lo inocente que soy, que vuelva a enfadarse conmigo porque llego tarde, que vuelva a repetirme una y mil veces que le apetezco, que vuelva a decirme ‘baja que en cinco minutos estoy en tu portal’, que vuelva a rozarme la mano y sienta ese escalofrío en el corazón, que vuelva a decirle que el cuello no y que vuelva a morderlo como solo él sabe, que vuelva a despertarme con un mensaje de texto por la mañana, que vuelva a llamarme cinco minutos después de habernos vistos para decirme eso de ‘ya te echo de menos’, que vuelva a besarme, que vuelva a quererme. Si existieras te pediría que volvieras a pasarte por aquí.
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